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METAMORFOSIS IV

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Libro

El libro Metamorfosis IV es lo más parecido a la belleza que emana de una casa en ruinas. Son bellos los recuerdos, lo que existió allí, todo ese pasado en imágenes regadas por el espacio. Sobre alguna de las mesas nos deja Eduardo un retrato de su rostro bajo las uñas de la amada, todo tan desagarrado, tan untado por el tiempo, tan lleno de silencio.

Eduardo tiene una capacidad maravillosa de crear imágenes dignas de una obra de arte expuesta en un museo, aparecen obras en oleo y pasteles, no en vano sus diálogos con artistas como Van Gogh nunca faltan en su poesía. Esta vez el mundo es menos grande, la cartografía se reduce a un par de casas, bares y trenes. Esta vez lo local toma protagonismo, hay un adentro que se lo devora todo como el estómago de la mantis y hay un afuera que queda intacto.

El jardín de la metamorfosis es tan nómada como el artista que lo pinta, las plantas no tienen un lugar específico, porque los lugares se sobreponen y la flor es más que pétalos, son los referentes simbólicos de la melancolía en otros artistas, por eso tenemos la mezcla entre cerros lluviosos bogotanos y la hermosa vegetación de Europa y África: Sauces, urapanes, almendros y malvones.

En estos jardines un día la monarca fue crisálida, un día abrió con ternura sus alas, y de pronto sólo inició, de nuevo, otra transformación, que se evoca como una promesa de amor, que agoniza mientras toma un nuevo cuerpo, es el amor el que muta, y se pierde un largo tiempo, y nuestro poeta lo busca. Lo busca en barco, sobre caballos, pide mapas, coordenadas; va tan larga la búsqueda que podría perderse, y de nuevo surge un peregrinaje, pero esta vez para encontrarse a él mismo.

En las fotografías del hermoso álbum que es este libro hay un jardín abandonado, un poeta escindido, hay sombra sobre sombra y de vez en cuando una luz que hace ruido. Hay un jardín del amor que se convirtió en un campo de batalla, un escenario para narrar al poeta, pero la narradora es ella, la mujer monarca, él existe desde la mirada de ella, desde el recuerdo de ella, desde el silencio de ella, pero ella ya no está; es por eso por lo que nos quedamos ante la obra de dos fantasmas que se gritan con la boca cerrada.

Este es sin duda un libro para recordar que la belleza es un refugio, que a veces es necesario hacerle un monumento a la tristeza, aunque ésta nos tenga en sus fauces, que los nombres de los bares y del playlist de un viejo amor también son un poema, que los poetas que habitamos la noche vemos la fiesta como un jardín de flores al oleo pero que no debemos olvidar que el after party es un pantano.

la mariposa-mantis, lepidóptera, hembra carnívora, le damos las gracias por haber inspirado este hermoso poemario.

 

Laura Ruiz Gómez

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